lunes, 30 de marzo de 2009

TIGER ES HUMANO

Tiger Woods es y será con total seguridad, el mejor jugador de golf de la historia y uno de los deportistas más 'autoritarios' en su deporte. Muchos pensaban que nunca se cansaría de ganar si le respetaban las lesiones y así ha ocurrido, su maltrecha rodilla le ha dejado en el dique seco demasiados meses. El norteamericano ha demostrado durante toda su carrera que es pura ambición y que nunca se cansa de ganar, pero también es humano y al ganar el pasado U.S. Open cojeando en el play-off, ya vimos como dejó salir toda la rabia contenida debido la importancia de ganar 'ese' torneo.

Durante el tiempo en que Tiger ha estado alejado de los campos de golf, Sergio García y Phill Mickleson le han ido recortando distancia en la clasificación mundial y hasta se especuló con que el zurdo pudiera arrebatarle el cetro mundial ya que la distancia entre ambos se había quedado en unas insignificantes dos décimas.

Es aquí donde Woods ha sacado a relucir que tras 263 semanas sigue mereciéndose ser el mejor jugador del mundo y, aunque una simólica clasificación lo niegue, lo seguirá siendo al menos por el momento. Este fin de semana llegaba un momento clave en el 'Arnold Palmer Invitational' puesto que se veían la cara los número uno y dos mundial y una victoria de Mickleson le ascendería al primer puesto a nivel mundial. Pero nada de esto ocurrió y Tiger volvió a ganar ocho meses después de su última victoria, habiendo disputado solo tres torneos desde su operación de rodilla.

Pero lo más llamativo de todo esto no es la nueva victoria de 'el tigre', sino el modo de celebrarlo, con un abrazo lleno de emoción a su caddie y amigo, Steve Williams y con los ojos llorosos de rabia. Ya celebró de un modo parecido su victoria en el US Open, pero esta vez era diferente puesto que se jugaba el seguir al frente de la clasificación mundial. Y tuvo que ganar como los mortales, con sufrimiento y en el último hoyo ante su compatriota O'Hair, muestra de que, aunque sea el mejor jugador de la historia, también sabe sufrir para conseguir una victoria; de aquí la efusiva celebración, que nos recordó a aquel joven que iba para estrella y que tras 540 semanas como número uno, (los últimos cuatro años de manera consecutiva), sigue y seguirá siendo el más grande hasta que se canse.

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