Érase una vez un equipo que gastó mucho dinero para recuperar el nombre perdido en Europa. Un equipo con los mejores cromos del balompié continental y al que, tras los dos primeros meses de competición, sólo le llovían criticas por su falta de idea futbolística y por un mal día ante un equipo infinitamente menor. Por aquel entonces todo el mundo hablaba de si tenía que jugar este o el otro, o si el entrenador no estaba a la altura del club, pero sobretodo, hablaban de cómo debía jugar el equipo.
¿Y cómo debe jugar?, he aquí diferentes versiones. Primeramente, y según un gran amigo, el ‘Floren-team’ debería jugar con el sistema de moda, impuesto por el Barcelona, con un destructor, un creador, un mago y tres matadores arriba. Este sistema resultaba muy atractivo puesto que le había dado los mejores resultados de la historia al equipo rival. Pero, ¿quién sería el mago?, Guti o Cesc (uy perdón pero este último aún no ha llegado).
Para otros, como un tal Pellegrini, el equipo debía jugar a su aire, sólo tendría que preocuparse en poner a sus mejores hombres, que hubiera movilidad y que entre ellos le sacasen de los problemas, ganando con una inigualable pegada los partidos. Pero, quién se movería en ese equipo; ¿Kaka’? escondido en la media punta, ¿Cristiano? tirando de potencia por alguna de las bandas, ¿o Benzema? más preocupado en encontrarse que en otra cosa. Mal veo este sistema.
Entre los dos sistemas, toda persona con dos dedos de frente se quedaría con el primero, pero no veo al Real Madrid imitando con garantías el sistema de otro equipo. Sin embargo, sí podría imitar el de un equipo que, años atrás y con la misma camiseta, logró reinar durante un lustro en toda Europa. El ingeniero podría jugar con dos medios centros que creasen, CR9 haciendo de Figo por la derecha, Kaka’ haciendo de un tal Zidane en la izquierda y Benzema e Higuaín arriba (que parece que se compenetran y por lo menos el segundo se mueve). Muchos dirán que ese Madrid de los ‘galácticos se hundió’ pero durante los años que duró su hegemonía, los aficionados salían del campo con una sonrisa.
Por desgracia, el sistema galáctico tampoco creo que funcione, porque ni Arbeloa es Roberto Carlos, ni Sergio Ramos es ya Sergio Ramos. Con lo cual, el señor Pellegrini terminará saliéndose con la suya, no siendo despedido y ganando infinidad de partidos, y quizá algún título gracias a su sistema de ‘libre albedrío’ y el rendimiento de los 218 millones de euros invertidos por su presidente, los cuales, tras dos meses y algunos resultados, parecen desgraciadamente insuficientes.
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